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> 684 «es lo, apenas esté segura de que esa desconfianza no es una tentación pasajera, sino una realidad perma- nente que le indica con claridad haber PES A director para ella la gracia de la dirección Ó vic versa. Los vaticintos funestos que dice el B. Diego jun- tos con los celos y desconfianzas que contenían las cartas del Director, bastaban y Sobraban para des- alentar y poner en prensa el corazón del humildísi- mo Misionero, y frustrar en él los fines de la: direc- ción. Esta debe hallarse tan llena de libertad de es- píritu, como vacía de absolutismo y de tiranía, y no deja de ser déspota y tirano el director que prohibe á su dirigido tratar las cosas de su alma con otro Director, sabio, virtuoso y experimentado. Esa tiranía tambien se ejerce siempre que el Director se sale de su esfera de acción é invade la agena,y esto tiene lugar cuando se exajera la idea de dirección y el Director se cree investido para con sus dirigidos de la autoridad, jurisdicción, ó atribuciones de un Superior monástico para con sus súbditos, ó poco menos. Triste error es este, en que algunos caen; porque el Director no es un Superior monástico ni quien tal vió. El Superior monástico tiene jurisdicción universal sobre sus súbditos; y el Director solo la tiene particular so- bre sus dirigidos, cuando acuden á él con algún asunto: un Superior manda sin consultar al súbdi- to; un Director no puede, no debe hacer esto. El Superior puede hacer obligatorias, bajo pecado, obras indiferentes; el Director no puede hacerlo, sino en alguna circunstancia muy extraordinaria. El que desobedece á su Superior, peca siempre, el que desobedece á su Director, no peca más que en algún rarísimo cáso; y en el conflicto de que un al-
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