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te ustedá otros que por ahora vivo á mí.» ¡Y ah! cuán- to viviera! !Qué espíritu no le daría esta temporal abs- tracción de negocios, y trato interior con Fesucristo! Cuán- AE di lo se instruiría, adelantaría y acaloraría para volver á pareceren el púlpito, á combatir los viciosy sostener la virtud! ¡Cuánto se purificaria de aficiones de sí, y ar- dería en puro, santo y seráfico amor e Dios! espiga usted la. verdad de esto, resolviéndose á lo que le digo; y no dude que á ello me obliga la caridad y prudenc necia conque he procurado pesar todo loque sé, lo que orgo de- — de e a E " cir, y lo que me parece conviene ahora. Por Fesucristo se lo ruego, y espero á correo siguiente respuesta de ésta, porque qu do muy angustiadoy cuidadoso. Devuelvo la de su Lector para que arregle á ella la que le escriba: y no se angustie, que nose perderá, ni ha perdido á Dios, antes puede esto contribuir mucho á que se conozca, des- confíe de sí y proceda en lo sucesivo con más cautela y confianza en el Señor. Á muestro Fernández escribi, preguntándole por usted y no me ha respondido: me alegro esté bueno y ayudando á que lo.sean otros. A mi “Biznieta que el Señor le pague su caridad, que yo deseo que ame mucho al vamabilísimo Esposo que tanto la obliga,y que, aun- que sea como es, ingrata á quien tanto le favorece, rue- gue porusted y por mí para que seamos lo que debemos ser. Arránquese usted de esa y de todas, que prómero es su propio aprovechamiento que el de las que, con alguna otra instrucción de lejos, y un buen confesor al lado, pue- den segutr el suyo. ¿Cómo se ha de adelantar la obra en ese cúmulo de cuidados? y vé usted aquí otro poderosisimo motivo para amar el retiro. Cuánto en él, dando como dará el Señor luz, puede servir á sus prójimos! Qué Misión más fruc- tuosa, que perpetuar los estímulos que más mueven en las Misiones, estímulos que olvida fácilmente la tibieza,