BCCPAM000535-7-08000000000000

2 674 AE de su doctrina y ejemplo el poco tiempo que logré su dirección. Yo estoy inconsolable con la muerte de mi amado Padre de mi alma, sin que haya dia en que no lo llore muchas veces....» Y tenía razón el Beato Diego en sentir tanto la muerte del P. González, porque en él había perdido no solo un Padre, y Padre tan amoroso como lo era para él, sino un Maestro que le en- señaba, una luz que lo iluminaba, un amigo y con- sejero que con caridad no fingida le indicaba los escollos y peligros que á su paso se hallaban, y lo que es más que todo, había perdido en su Padre González, el espíritu que vivificando todo su sér le daba fuerzas y valor para acometer las grandes empresas del ministerio apostólico, inflamaba su corazón y enardecía su voluntad enel santo amor de Dios y de sus prójimos. Y por último, había perdido en el Padre González, su todo, después de Dios, como él mismo dice en algunas de sus car- tas. Era, pues, muy justo su sentimiento, y tan grande como la gratitud de su corazón y el apre- cio que á tal Padre tenía. Esto último podemos co- legirlo del elogio que escribió para ponerlo en los grabados y pinturas del V. P. González, el cual po- nemos á continuación: «Retrato del Rumo. P. Maestro Fr. Francisco Ja- vier González, Religioso Mínimo, Doctor en Sagrada Teologia, Catedrático de Prima de la Real y Pontificia Universidad de.Sevilla, Examinador Sinodal de su Arzobispado, Socio de la Real Médica Sociedad, Lector jubilado, y por especial decreto de Ntro. SS. P. Pío VI, Vicario General (ad honorem) de toda su Orden, que murió en su Colegio mayor de N. P.S. Francisco de Paula de dicha cuudad el día 29 de Febrero de 1784

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz