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— 665. — NOTAS En esta carta dice el P. González con seguridad pas- mosa: Se me acerca la eternidad! y la tenía tan cerca que ésta fué la última carta que escribió al Beato Diego! Cuan ageno estaría el santo viejo de que después de un siglo sus cartas llegarían á mis manos y yo las daría á luz! Oh qué secretos y profundos son los juicios de Dios! Dios mío, yo te bendigo, alabo y adoro, porque en tu mi- sericordia me escogiste para sacar del polvo de la obscu- ridad y el olvido esta correspondencia que milagrosamen- te puso tu providencia divina en mis manos. Gracias te doy, Señor, por ello, y por el bien que han hecho á mi alma estas cartas que publico: que se aprovechen de ellas las almas, y sirvan para mucha gloria tuya y bien de mis prójimos! Para mí nacieron estas cartas del P. González y yo para ellas; para mí las conservó Dios, como el fuego sa- grado en los días de la cautividad; y después del Beato Diego de Cádiz, yo he sido el primero que ha gozado el fruto de estas epístolas admirabilísimas. El P. González las escribió. el P. Castro las conservó, y yo hallé sepulta- do en el olvido este inagotable tesoro de sabiduría mística que contienen las cartas que acabo de anotar y publicar para gloria de Jesucristo Salvador del mundo. Porque así como las estrellas en el cielo publican constantemente las glorias de Dios Creador, en cuya presencia brillan, asi también los santos. en la tierra publican continuamente con sus acciones heróicas las glorias del Dios Redentor, del cual toman su virtud todos los virtuosos, y su santi- dad todos los santos que fueron, son y serán hasta el fin de los tiempos. Las maravillas de lx naturaleza son obras de Dios Creador; las maravillas dela gracia obras de Dios Redentor. Entre otras maravillas de la gracia ocupa un lugar eminente la santidad de las almas heróicas y extraordi- E E TE ; 3 q j k
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