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— 664 — que el Señor los ordena, y no empeñarle en acreditar que no te desplacen.Es muy santa tu vocacion y muy ex- puesta a la censura de un siglo ¿mpio, mordaz y maliz- no, tu mantsterio y tu persona. Si en tu conducta notan alguna deferencia a los que te honran, rebajas la san- tidad y eficacia de aquel, y debe ser mumio el cuidado tuyo, para no hacerte reprenstble a los ojos y censuras de un mundo perverso. Venga si te parece ahora, antes que'se vea, 3; lea ese poema, y el sermon de la santa Egipciaca, para" resolver sobre los dos lo que el Señor nos inspire, cuya sola voluntad debe ser el móvil de tu obrar y mi decidir. Yo de tí y de tus intentos nada sé, y aquí todo se habla con novedad ó sin ella. Sé que es Guardian aquí el P. Hardales, y en Ecia el E. Eusebio, conque ni el compañero que yo pensaba, mi el que lo era, puede serlo tuyo. Cual lo es ó será? A dónde vas, y cuando? A Castilla, a Archidona ó6 a Sevilla? Acá no hay para qué; sivas a otra parte, déjamelo dicho. Del fruto de esa misión no responderás; déjalo a Dios y atiende a no estorbarlo externa ni interiormente, y a rectificar tu in- tención en todo. Di a esas señoras lo dicho, y que-hago lo que me mandan. Por el P. Fernandez va esta, para que sí has salido, la dirija ó me la vuelva. Sabes que te amo, y quiero ames á Dios; ámalo mucho, hijo mio de mi cora- zón, y ama al bien y salvación de tu amantisimo Padre, cr cn > . o , $z. Srancioco Javier Gonza lez.

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