BCCPAM000535-7-08000000000000

mo te he sabido enseñar me separará de tu dirección; pero esté seguro que ninguno tendrá igual deseo de tu salvacion y del cumplimiento de tu ministerio, porque ninguno te amará más, ni te servirá con el afecto, em- peño y verdad que tu P. Gonzalez; y que estás obliga- disimo á empeñarte en mi salvacion, que me tiene so- brecogido, considerando el empleo de 71 años que voy á cumplir el 3 de Diciembre. Mientras vivamos, estés donde estuvieres, no pase mes sin escribirme. Y adiós, hajo mio, adiós mi lujo amado, adiós, adiós. El Señor te llene de bendiciones, y te las doy en su admirable Nombre, T E " C . D ,”. $e. Szancioco Javier Sonsale. NOTAS Fn esta carta vemos ya al V. P. González próximo a la muerte, según dice de sí propio, «Tardo el oido, corta la vista, para poco la cabeza, los piés arrastrando, etc.» Y por cierto que bien podía este dichoso anciano á su edad cantar el Nunc dimittis, como el Santo Simeón, pues su misión estaba ya cumplida en la tierra. Dios le confió la dirección y formación lle un Apóstol, y el Após- tol estaba ya formado y había ya llegado al apogeo'de su gloria como misionero. Tenía ya cumplidos el Bto. Diego los 40 años; había subido majestuosamente como el astro rey hasta el cenit de su carrera, y no había peligro de que se eclipsara ni saliera de la órbita que le trazó Dios por mano del P. González. Fr. Diego estaba ya tan ague- rrido, que no necesitaba capitan que lo alentara, porque él se crecía en la pelea; conccía tan bién su rumbo que podía marchar ya sin este diestro piloto; y éste podía ya descansar en paz, porque dejaba radiante la luz que había encendido para iluminar á los pueblos todos de España. Y hecha esta reflexión, veamos las últimas cartas de este precioso epistolario.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz