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> Superior, pidiéndole humilde perdón de su instancia, y rogándole qué A sí pue de ser, lo AESTI ÁSer 1Y, $1 NO COMO 70, 0 CcOMo 4) udante a los A 0OVICIOS Ñ Ñ / Maestro, como peaagoz £ de Sevilla: y otra carta á su Lector, dándole las gracias de sus oportunos (ai 1505, cOn, fesando su culpable soberbia, y amor de su gusto, é interesándolo con sus Superiores para que lo destinen á aprender áser Capuchino en el Noviciado de Sevilla; quedándose con copia de lo que es- criba y lerespondan para mandármelas. P. Fr. Diego! P. Fr. Diego! amado mío en el Señor!, haga esto y verá cuanto adelanta, donde erradadamente creyó atrasarse. Desengáñese y crea que, no los Superiores, sino el amantísimo Dios, para los fines que ahora le diré, le nombró Maestro de este Noviciado, y no á ellos, sino á á Dios ha resistido. Aquí, aquí quiere el Señor á V. P. ahora, para que renovando el espiritu de novicio, repare las disipaciones del frecuente trato del siglo, y se forme más idóneo ministro de su palabra. Casi tres años de Misión, sin tiempo para atender á su propio interior, dado todo á los prójimos; tres años de locos aplausos, de tareas continuas; de estudio escaso, de retiro niuguno, de silencio poco, piden, no descanso, síno aplicación seria á formarse Religioso, formándolos como Maestro con el ejemplo y con la palabra: y esto que Dios facilita, se re- nuncia? ¡Ah! somos miserables! Soy y seré siempre del dictámen que á usted he ex- presado. Dios lo llama al ministerio; lo quiere en él, lo sostiene, lo instruye, lo hace amable y le da la unción que vemos, y no merece; pero, ¿para qué no pára algún tiempo y repara las quiebras que, como hijo de la mise- ria, tendrá en el ministerio? Si Dios le pára, páre- se: sí Dios le lleva aquí y allí, vaya; si Dios le trae al magisterio de novicios, venga; sien él tiene que sen- tir, sienta: en una palabra, quien ama como es de- bido á Dios, no tiene propi querer: en esta ocasión
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