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— 624— medio, al ver la infinita fuerza que les había hecho la palabra del Señor: que el último día que fué el 7 del corriente por la mañana en que hicimos el aniversario por los fieles difuntos y prediqué un sermón tierno y devoto había sido tanta la con- moción que llorando todas las Señoras se decían: Por qué no hemos de hablar con este Padre que nos há enviado Dios para nuestro remedio? Si queremos arreglarnos á lo que nos dice y nos hace infinita fuerza, ¿porque nos han de quitar este bien? Para qué lo han traido? etc. Al fin amadísimo Padre de mi alma, yo entiendo por el informe de esta Seño- ra que todo el Señorío es nuestro, entrando los hombres, aún aquellos más disolutos é infestados con los errores del siglo. He creido esto, porque supe después que la Excma. Señora que víno á hablarme para solicitar su remedio, ha sido has- ta ahora escandalosísima en la Corte; y su marido gran libertino (también reducido) me señaló varios sujetos de los que pretendían lo mismo, entre ellos á la Duquesita de Alba, cuyos desafueros son noto- rios en esas Andalucías, etc., y la Sra. Condesa de Bobadilla que hace 20 años ó más que sigue pleito de nulidad con el Conde su marido, y dijo haría lo que yo le dijese. etc. He citado á usted estas, para que infiera lo que será en lo poco que pudo decir- me la Señora. Yo me ofrecí á buscar proporción de oirlas algún rato y estoy en eso,si puedo conse- guirlo; pues el Sr. Arzobispo y otros sujetos que miran mucho por mí, al ver tales criaturas así mo- vidas, les quieren franqueary franquean cuantos ar- bitrios haya, para que me traten, etc. No es para dicho, Padre mío, la novedad que ha causado y cau- sa á las gentes el ver á tales personas que no acos- tumbraban oir ningúnsermón,concurrir con empeño

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