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— 611 — Real familia, Señores “de la Corte, Ministros de Esta- do y Consejos; humilde, reverente, civil, atento, afa- ble, pero con religiosisima corcunspección y gravedad propia del que es Ministro plenipotenciario del So- berano de los soberanos. Solo instado para cosas de espiritu 6 conversión sín- cera tratarás con las señoras; porque en Palacio el tra- to entre Señoras y Misioneros como tú está muy ex- puesto á la maledicencia: Cuánto abultará la deprava- ción de los libertinos! Qué cautela está de más: Qué circumspécción sobrará? El Señor te inspire y libre de émulos. Huye! y frecuenta sus piés; escóndete en su sa- grado Corazón; deséente los soberanos; no sobres en nin- guna parte y estima tu ministerio, reconociéndote por solo. él acreedor al honor, pues tu eres el que eres y no más. Y que eres? Fr. Diego,qué eres? Hay en tí algo bue- no que sea tuyo? Tu lo sabes y yo lo sé. Nada, nada, nada! Sí los rarisimos y singularísimos beneficios, que para servirse de tí, has recibido de Dios, se hubieran hecho á otro? fuera el que Á sus 0J0S eres todavia? Cuánto te falta para vaciar tu amor propi y estar lleno de solo el divino? Cuánto para que viva en tí 'Jesu- cristo? Cuánto para que el celo de su lelesia,Fé y Reli- gión consuma y detore tus entrañas? Misionero y en- viado suyo, ¿estás firmemente resuelto á recibir gozo- so las injurias y persecuciones que te esperan? All amadisimo hijo mío! Qué se yo, sí te las deseo! Creo que sí; porque amo, más de lo que sabes, tu alma. Quede mos en que enteramente dejado al que te lleva ahí, le sir- vas y me avises de todo cuando puedas, pero no lo omi- tas mucho; que avives tanto el interior trato con Dios, cuanto escasees el de las criaturas. Yo sigo mi cuaresmal vila y la observancia; me cuesta mucho andar, pero ando, voy á clase, confieso y me
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