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— O yy — intimamente á sé mismo? Puede serlo, sino. lo impades; pero si lo esóno, ni ella, ni tú, 21 yo lo podemos saber, Porque sabemos que nemo scit an odio vel amore dignus sit. Por tanto quisiera yo que mientras estás en Castilla, 6 por distancia larga, le Previnieras que noá ti, sino á mi escribiera una vez al mes esos ó semejantes conocimientos; y por mí sabría de tí y éxcusabas ocu- parte enrecibir y responder sus cartas. Sobre la Córte hay viwos deseos de que llegues, y no poco temor de que abunden libertinos que andan sembrando con anticipación la cizaña. Tú sabes que te han atribuido unas indignas ci plillas á los do- lores de la Santísima Virgen, y yo sé mucho más que á la vista te diré, y que avisado de los señores de la ( órle, he tomado prenda en proporcionarte lo que más ponga dá cubierto dela conjura, maledicencia y rabia de: los li- bertinos tu honor, tu persona y lo que es sobre todo, el ministerio y sus frutos que serán copiosisimos, dando el Omnipotente virtud á su palabra. Ponte en la mayor indiferencia, y déjate sin desear ni rehusar lo que dis- pone el Señory por los medios que lo dispongan. Sabes cuanto me intereso en que Dios sea glorificado y conoct- do por tu medio. Sabes, y aun nolo sabes bien, que amo tualma y sus adelantamientos; sabes. que ninguno ansía más, porque te dejes todo sin reserva al Dios de tu co- razón, poniendo en sólo su poder, bi mdad y amor tu con- fianza. Déjate, pues, mi amado hoyo, déjate en esta mi- sión importantísima, de modo que quedes insensible á cuanto te honre y desprecie el mundo entero, mil. Cortes delmundo, que te aplaudan ó que te silben, que te acla- men ó que te abismen, que te pongan en tronos óen prisiones, que te saquen en triunfo ó que te hagan mo- rir en cadalsos. Fr. Diego de Cádiz vuwe en la vida del que lo envió á predicar: muera predicando, como murió el queen él vive: predica, como henos tratado, las

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