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— $91 — repitan, cuando sea oportuno, pero háganse sin externos asombros;, sino con anternos sentimientos de su terrebilt- dad que se insinuen más blanda, pero más intimamente en el corazón del pecador, y lo preparen para el temor saludable en el espíritu de la compunción verdadera y amor del amabilisimo Dios. Bueno será que si alguna vez te sientes inspirado á declamar coñ vehemencia com- tra el dominante libertinaje y falta de fé, piedad y su- misión ála santa lelesta,á sus ceremonias y ritos, lo ha- gas; perono determines tanto que pintes á los sujetos, y. después que te hayas ardido, témplate, y disculpa tu ardor con la necesidad de él, atendida la importancia de la materia y el error de los que deslumbrados aman las tinteblas de sus caprichos, desatendida la luz de la Religión y de la razón. Cuando prediques al clero separado, sea del mismo modo; pero con menos temor de alguna vez esforzar tu voz á la fuerza de la verdad, recargándolo con todos los pecados del pueblo; para lo que leerás en las conferen- cias del Ilmo. Massillón los dos sermones del escánda- lo, y del sacerdocio especialmente, aunque todos los dos tomitos son de oro, y lo mejor que de este argumento he leido. En fin á la Corte volverás; ármate de zelo, de pru- dencia, de dulzura, de suavidad, pero no olvides que no' debe haber humano respeto que te haga omitir la vehemencia, el furor, la santa ira, cuando lo exija la defensa de la verdad, la santidad del ministerio, la glo- ria de Dios y la salvación de nuestros prójimos. Sí no fuere este el nuevo extraño modo de predicar que se te ha ofrecido y en que piensas, este es el que yo he pensa- do. Si vinteres á la profesión de esta niña, me lo dirás; y sino, le escribirás cuando puedas, y nos pondremos de acuerdo. Ama mucho á los primeros enviados, y anuna- do de su celó y espíritu procurarás imitarlos en tu mi- sión, y prepárate á recoger los copiosos frutos de con-

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