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— 588 — + J. M. y J. Sevilla Septiembre 7 de 1782. Nos enseñen á hacer con toda perfección la volun- tad rectisóna del Señor. Amén. Mi muy amado hijo Fr. Diego: Cuánto he deseado responder á la tuya última del 23 de Agosto! pero no he podido, porque el pestlencial catarro, que á- ninguno perdona, há 32 días que sín calenturas me ejercita y * me tiene casi para nada, porque esta debilidad es uno de sus efectos. Ya algo esforzado tomo la resolución de comenzar ésta, que irá hoy sí la acabare, y sí no, otro día. Deseaba saber de ti, por tá, y sé ya lo que quería y como lo quería saber. Cuam bonus Deushis qui rec- to sunt córde!.Sz, ho mío, sí; cuando se trabaja por Dios, rectificando y purificando la intención, la enfer- medad, la contradicción, los trabajos interiores y exte- riores, son el descanso, porque en ellos, sin dejar de pa- decer para que tengan ejercicios muchas virtudes, se di- lata, ensancha y, llena el corazón de sólidas virtudes y castizas satisfacciones, que sólo encuentra el alma cuan- do está cierta que Dios la quiere enferma ó atribulada. Esta me parece á mí que es la abundancia de dulzu- ras que tiene Dios escondida y regala áú los que quie- re, porque le temen y aman. Lo puedes tú dudar? Has padecido, aún estás débil, podrá repetirte la terciana (espero que no, porque ya te espera el Ministerio) pero ese padecer, esa dulce resignación, esa paz de ánimo, esa propia indiferencia' es tuya? Ah! cuánto debes, Fr. Diego mio! Oh, cuinto! ama, ama, ama, y déjate todo á Dios que tan bueno es para tí, y confiado en su

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