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— 585 — dó una hora la terciana y fué mucho más breve que las otras. La siguienteÍfaltó en todo, que no perci- bí la más leve indisposici ión. Después he tenido la tercera recaida, y los otros días algo trabajosos, pero parece que me responden: que aquella fué una señal para testimonio de la verdad del beneficio que se me hacía, y que no se me prometió ME pondría pe 21O, sino que me faltarían por entonces. En estos últimos días de mi convalecencia se me propone cuando voy á un rato de oración, etc., un nuevo y extraño modo de predicar en la Corte, tanto al pueblo, como á los eclesiásticos, de modo que me ha llamado la atención, hasta per- suadirme debo dar de ello cuenta á usted, como lo hago, y haré si llego á verle. Además reconozo un amor extremado é interno á todos los santos Apóstoles, que me obliga no sé á qué y á desear participar de su espíritu y vivir bajo de su protec- ción, aunque fuere de uno solo. En medio de esto son sin número mis culpas: la irascible casi sin freno; fácil á disgustarme de cualquier bagatela y á manifestarlo en el de- sagrado del semblante y de la conversación: la concupiscencia no deja de combatir con alguna frecuencia; falto á los ratos enteros de oración, porque con el pretesto de la enfermedad em- piezo á tenerla para seguirla mañana y tarde á ra- tos y suele no ser así: con todo no sé que tirantes advierto en el interior que me llama á dentro para el trato con Dios que casi lo tengo olvidado: Su Majestad me mire con misericordia. El dia primero ó antecedente al en que tuve la primera leve destemplanza para anuncio de la en- fermedad, recibíla muy apreciable de usted,la que como todas llenó mi corazón de luz, seguridad y