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45 pugna, lo demás me es violentísimo, y fastidioso: y además me parece que no puedo, pues no hallo como quererlo, ni hacerlo. Padre mío, el justum est quí cum potuit, nolut, unittat posse cum vell? de san Agustin, juzgo se verifica en mí á la letra. ¿Qué haré pues, amado Padre mío? ¿qué haré? ¿dónde buscaré mi con- versión? ¿dónde la hallaré? Dígamelo usted, que quiero buscarla á toda costa, y comprarla aun con mi sangre. Sé que esta no se halla en la tierra de los que suavemente viven, y yo vivo con la mayor suavidad, pues sobre el no mortificarme ni afligir mi carne, me es sumamente repug- nante y fastidioso el hacerlo, y así vivo con am- plitud no solo de la conciencia, si también de to- do género de ejercicios. Mi vida es la más estragada y perdida, mis Obras las más inútiles y las peores: mi interior el más disipado y « :orrompido: todo yo, Padre mío, soy un abismo de maldad y una senti- na de culpas: lo bueno no lo sigo, porque me repug- na, y lo malo abrazo, porque me lleva la voluntad. Mas no es esto con la generalidad que doy á en- tender, pues solo la impureza y el amor á las cria- turas que son su término ó comparte, es lo que me tira, me lleva y me liga la voluntad, el corazón y cuanto hay en mí. Si me viese libre de esta furia in- fernal, me parece que no sería tan malo; mas mien- tras dure, creo ó me temo que es imposible deje de serlo, pues la veo tan en mí, cual si fuese yo mismo. Padre, clame usted á Dios por mí, pues perezco en mi miseria. Padre mío, yo trato á usted como á tal, y pro- curo nada ocult: arle de lo que en mi hallo, que son culpas como usted ve; si algo hubiera suc edido con esa criatura se lo hubiera dicho, y así le aseguro

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