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afecto! Sea en todo primero que la nuestra la divina voluntad cumplida. Tenía á4 Y. que decir, vaya algo de lo que era usted es el que Dios sa he, Y YO (OROZCO; Y AUNQUE para eloria del Señor V conpitst nm suya, se ve tan obligado como ingrato, y pudiera ser verdad el contenido de esa esquela, la lengo pol fraguada en la hp rita vana saaa de un buen Sacerdote, que Ñ fantasía de una con dirijo, y á quien hace años tengo prevenido, por otros lances iguales, que en mi juício ha fineido, la humalle, la tenga por ausa, y me inclino d qu la 1 pren la, ad- vierta y abandone, (sí no se convierte,) como á iludente. Como en esto puedo engañarme, y sí fuera verdad lo que ella supone, ciertamente lo estaría, así como si no lo es (como lo juzgo) quedaba convencida de embustera, dí- game V. confiadamente lo que fuere: y en cuanto puedo lo conjuro en el nombre de Dios, porque á su gloria y bien de esa criatura puede conventr Á la Bizmieta á quien yo hubiera respondido, si hu- hera ella firmado, dirá V.: en cuanto á la primera cruz que se deje estrechar y no piense poder atar las manos de un poderoso amantísimo que la quiere intimar á sí. Si es humilde, sufrida, observante, re: VÍA; restgna- da, y trata con frecuencia en el fondo de su corazón al Esposo divino, no hay que temer estas íntimas comunica- ciones, que igualmente que confortan desmayan; pues, ¿cómo ha de poder un pobrecillo corazón con tanto Dios? Cuánto martiriza ese reboso al que deseara que cupre- ra en él más y más Dios! pero esto que la aflige, la dilata, y como cabe más, más á su parecer la hace morir. Muérase y ame, que muerte de esta herida es vida; y qué vida! Digale V. que se dé toda á esa pena y no piense en sus resultas, En cuanto á la segunda cruz no es extraño que ame á V. y lo desee; no que su falta le sea sensible. Alién-

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