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31 en que dejó Fr. Diego la Capital andaluza para pre- dicar una novena misión en Montilla, donde le lle- varon los Duques de Medinaceli, y allí le envió el P. González su primera carta, en la que donosa- mente y con candor de niño llama Nieto al insig- ne Misionero, y Biznieta á la sierva de Dios Sor Josefa M. Zayas, hija espiritual del Beato Diego. Y por cierto que el V. P. González podía hacer este argumento: El P. Fernández es mi hijo espi- ritual; Fr. Diego lo es del P. Fernández; y la M. Zayas de Fr. Diego: luego éste es mi Nieto, y aquélla mi Biznieta, y así los debo llamar. Aquí sí que podemos exclamar con el sabio: O guan pul- chra est casta generatio cum clavitate! inmortalis est enón memoria 1llius! Antes de insertar la primera carta de este graciocísimo y santo Abuelo, advertimos que en toda la correspondencia de director y dirigido corregimos la ortografía antigua para. comodidad del lector y hermosura de la impresión; pero sin añadirni quitar palabra alguna; únicamente omi- tiremos, cuando la prudencia ó la caridad nos lo aconseje algún nombre propio, -ó alguna frase re- lativa á ellos, si es ajena enteramente á la direc- ción espiritual, objeto preferente de estas hermo- sas Cartas. De la primera del P. Javier se colige que él deseaba hacer algunos encargos y leer cierta es- quela á su dirigido; y que éste, ya en marcha, pasó por el convento de su P. González, y no hallándolo en él, le dejó la carta de la Biznieta, pidiéndole contestación, la cual le envía junta con la mencionada esquela en la forma siguiente.
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