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a. L me e > ceptuado de Religioso de buen espíritu, director prudente y celoso del aprovechamiento de las Religiosas que se entregaban á su dirección; y como su buena vida y ejemplo era á todos mani- fiesta, las mismas Religiosas que lo amaban, se lo dieron á conocer á nuestro Fr. Diego que, con- ventual entonces en Ubrique, frecuentaba las veces que iba á Ronda el convento de dichas Religiosas, hablando de Dios en las conversaciones que con ellas familiarmente tenía. «Fr. Diego no tenía entonces ] irector fijo pa- ra su alma, sinembargo de los muchos, sabios, pru- dentísimos y justos que en todos tiempos ha tenido y tiene su ejemplarísima Religión y Provincia; y conociendo que el P. Fernandez, aunque sin gra- duación pública en su Religión, era muy instruído en la ciencia del espíritu, santo temor y amor de Dios, que era prudente y celoso ministro, lo deseó por Director suyo, y después de encomendarlo á Dios, se lo propuso, y rogó con humilde instancia se hiciese cargo de su alma, y la dirigiese en su ministerio que ya era, si no como despues lo ha si- do, de Misionero por los pueblos de aquella Serra- nía de Ronda. El P. Fernandez que conoció humilde lo que era, y había formado altísimo concepto del espíritu de Dios que animaba á Fr. Diego, se excusó de su dirección alegando tambien que, aunque quisiera servirle, no podía sin darme cuenta y esperar mi resolución: ofreciéndole que, si yole mandaba que lo dirigiese, lo haría confiado en el Señor que por mí se lo mandaría, si fuese de su agrado. Con este motivo me escribió el P. Fernan- dez informándome prolijamente de quien era el P.Fr. Diego, y esta fué la primera noticia que de él
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