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al » 2 e A grada por aquel tiempo tan decaída y mal parada como en el resto de España; y por cierto que los sermones impresos que de él se conservan lo ha cen creer así. Tuvo para el púlpito y para la predicación cualidades excepcionales, por haber sido un hom- bre venerado por su virtud, admirado por su cien cia, y estimado por sus recomendables prendas; religioso humilde sin ficción, sabio sin arrogancia, penitente sin afectación, modesto sin artificio, ca- ritativo sin engaño, manso sin adulación, celoso sin envidia; y por esto era amado de Dios, esti- mado de los suyos, querido de los extraños, ape- tecido de los pueblos y favorecido del cielo. En una palabra, fué el P. González por su predica- ción, oráculo de los doctos, guía de los virtuosos, y apóstol siempre dispuesto á trabajar en benefi- cio y utilidad de cuantos le buscaban. VII SU. DIRECCIÓN La nota característica del P. González fué la dirección de las almas, la penetración y acierto que tuvo en dirigirlas, ciencia que pocos alcanzan ó á pocos se concede, por más que muchos la deseamos y pretendemos; y él la alcanzó con tanta perfección, ó se la dió el Señor tan cum- plidamente, como verá el que leyere hasta «el fin esta obra. ara muchas personas, confesar y dirigir al- mas es una misma cosa; y sin embargo existe una

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