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bajos inexcusables que le acompañan. El interior con mil tentaciones obscenas, en castigo de la so- berbia oculta de mi espíritu, que estos dos son los á4fectos en que ahora me tienen mis pecados. ¡Dios se sirva con todo! La novena dá principio el 19 y me siento con gran deseo de hacerla, y sin tiem- po para leer cosa alguna. La Zaya dá á usted sus expresiones y pide sus oraciones: sigue con grandes trabajos, enfermedad y desolaciones. La otra aun no la he visto. Todas se ofrecen á usted y yo más que todos, pues co- nozco lo que á usted debo. Soy hijo el menor y menos acreedor que los demás, y así mi Padre me mira y trata como al más sarnoso y enfermizo, que mueve más la compasión de los Padres, que los hijos sanos y rollizos; y por eso mi Padre Fernán- dez se queja como el hermano del Pródigo, á quien se dijo omnia mea tua sunt. Usted, Padre de mi al- ma que sabe mi extrema necesidad, pídale usted al Señor use conmigo de su misericordia; y pues le debo tanto, débale también el que me convierta á su Majestad. Yo continuamente, sin cesar, pido á Dios por mi Padre de mi alma, para que me lo con- serve y guarde muchos años en su santo amor y gracia: Besa la mano de usted, su menor, más afectí- simo y humilde hijo en el Señor dz. Diego 4. de CádQis. CAY N Na [ 7 d 7
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