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—- 100 — dido el tiempo, me ata ahora con la endeblez de cabeza, que parece no le basta poco sueño. Este es ahora el de cinco horas escasas, porque las distri- buciones no permiten más, aunque veo me hace falta. Asisto en san Felipe Neri, con el señor don Pedro Cabrera, Dean que fué, y Canónigo en el día de esta Santa Iglesia, y me es inevitable arre- glarme á su método, porque nos tiene á su mesa. Las tentaciones contra la Pureza son frecuen- tes, vivas y fortísimas, que me tienen en la mayor opresura. Voy pasando con lo que usted me ha dispuesto, aunque con mil faltas en ello. El fruto de la Misión es extraordinario, pues en las ocho pláticas que van se advierte ser muy copioso. Los aplausos infundados de las gentes, quiere el Señor que estén aquí muy moderados por el presente; mas el rendimiento á la doctrina es singularísimo. Baste decir, que desde que toqué el punto de las Comedias, se acabaron del todo, se ha cerrado la casa, y han salido de Córdoba los cómicos, dejándola libre de su ponzoña. El Señor Obispo ha asistido todas las tardes de Plática en público, y esta tarde pasó la Misión de la Catedral al conyento de los RR.-PP. Dominicos, y su lima. asistido de muchos señores Canónigos y Prebendados, llevó en sus manos el santo Cristo de la estación, con la edificación que usted puede considerar. Ha concedido todas sus facultades, lo mismo que se concedieron en esa Ciudad. Dé usted á Dios por mí las gracias, y no cese de pedirle por mi remedio, pues me amarga mucho ver que tan- tos se convierten, y yo no acabo de rendirme. Yo después de Dios, y su Santísima Madre tengo en usted mis esperanzas, y así le suplico encarecida- mente pida por mi remedio.
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