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tf JoaMiyad Córdoba 26 de Enero de 1778. Amado Abuelo y venerado Padre mío en el Señor: éste nos dé su gracia para que le sirvamos Padre mío; esto tenía escrito desde el día ci- tado, y por las cosas que ocurren no había podido seguirla. Hoy 29 me hallo con la de usted del 28, que recibo con singular consuelo y gozo de mi corazón, porque este revive, cuando usted le ha- bla, de lejos ó de cerca. Así lo he estado experi- mentando en esta santa Misión en la unción con que conozco predico, y en lo ardiente y vivo de los afectos para el acto de contrición con el san- to Cristo; pues jamás ha sido ni con tales veras ni con ocurrencias tan oportunas. Conozco yo lo de- bo á el cuidado de usted en darme sus bendicio- nes y asistirme con sus oraciones. Nunca, Padre de mi alma, nunca me he visto en semejante dis- posición. Bendito el Señor por todo! El interior se halla sereno, pacífico y sosega- do, con alguna inclinación á trabajar por los pró- jimos y por mí. Conozco una muy notable inclina- ción á la oración, y siento cuando es poca: en ella no tengo consuelo, ni afectos dulces, mas sí alguna facilidad para que la memoria esté ocupada, el en- tendimiento convencido, y la voluntad deseosa. Quisiera no hallarme tan endeble de fuerzas, y que el sueño no me fuese necesario, para gastar las no- ches en este santo ejercicio. Mas me sujeto á.esta pensión, porque el Señor, en castigo de haber per-