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XIV Ia profesión religiosa y el martirio. Voluntarie sacrificado tibr. Ú me dices, quer ida Margarita, que es muy triste ver que algunos religiosos, después de haber hecho el mayor de los sacrificios, su- biend oá la or uz con Cristo, , quieren desc sender de ella, perdiendo por su inconstancia el mérito de su holo- causto; porque ciertamente lo pierde el que, «cansado de sufrir, busca en la cruz las Tor aia los rega- los y el gusto propio, tan opuesto á ella. Y yoá mi vez te digo que si eso es doloroso y triste, es muy consolador y satisfactorio ver que la inmensa mayo- ría de los religiosos no son así, sino que perseveran erucificados con Cristo, sin descender jamás de la cruz: antes bien haciendo de ella trono de su gloria, y uniendo su sacrificio al sacrificio de Jesús, el cual resplandece en nuestra profesión de un modo admira- ble, con rasgos de perfecta semejanza. En el sacrificio del Calvario, Jesucristo fué á un mismo tiempo sacerdote y víctima, oferente y ofren- da; y en el sacrificio de nuestra profesión fuimos tam- «st

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