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dicha sería colmada, y mi semeja s Magos )jmpieta, s1 yo pualera Jesús en mi regazo. cubriéndolo de pero si esto dices ó esto piensas, permite: e use de tener poca fe. Pues qué! ¿No comulgas todos los días? ¿No recibes á Jesúsen tu pecho? ¿No lo abra- ZAS Eta corazón? ¿A qué, pues, envidiar una di- cha que nosotros popssmost Y no solamente poseemos esa dicha, sino que aventajamos á los Santos Reyes. Ellos después de adorar al Niño se vol ieroná sus tierras; y nosotros, más afortunados que ellos, nos quedamos aquí para siempre en compañía de nuestro Dios. Mas ¡ay! ¡oja lá que así « )mo nos que lamos con el cuerpo, nos quedáramos ambién con el espíritu! ¡Ojalá que nunca nos hubiéra mos separado de nuestro dulce Jesús! ¡Pero Dios mio! ¡Cuántas pequeñas sepa- raciones! ¡C uántas infidelidades! O dNántas faltas! ¡Qué ingratos hemos sido! ¡Dispénsanos, Dueño amado, que desde hoy en adel: wmte hemos de sérte muy fieles, la misma fidelidad! Sí, Margarita; es preciso que comencemos denuevo; es menester ser más asradecidos; es necesario ser más santos, desde hoy mismo; año nuevo y vida nueva. Vamos á trabajar á porfía, á ver en este año quié n es más fiel á Dios, y quién le amará más. Si no le ama- mos mucho, bien se puede decir que no tenemos dig- nidad, porque los favores que Dios nos ha hecho, no son para menos. ¿Adónde estaríamos ahora nosotros, si la estrella os la vocación no nos hubiera ilumina- do? ¡Dios santo, horror me da pensarlo! En medio del mundo, entre las tinieblas del siglo, cargados tal vez de familia y cuidados terrenos, siendo quizás el escán- dalo de la calle, ó el de ¿35 prec io del pue blo, lejos de esta mansión deliciosa, y apartados para siempre de nues- tra felicidad. ¡Qué pena! Lo dicho,Sor Margarita: si no amamos mucho á Dios y le somos muy agradecidos, no tenemos dignidad; y no hay que darle vueltas! Conque á santificarnos, y no hay más que hablar.

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