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D4 deración que hacerte parecida á la del huerto cerrado de la Escritura santa, no deje de escribirtela pronto, porque te es altamente provechosa. Al leer estas palabras de la tuya, me acordé que en los Libros sagrados se da al alma devota el miste- rioso nombre de Viña del Señor, y me propuse escri- birte sobre este punto, á ver si sacas de él tanto fruto como del pasado. Desde que lo pe 156, siento rebullir en mi mente un montón de ideas y textos bíblicos que luchan por salir á luz, y están llaman- do á las puertas del entendimiento, para que les abra y les dé salida; y, como si esas ideas fueran niñas imal educadas, mueven tan ingrato ruido, pidiendo todas ellas ser las preferidas, que aunque probara de buscar el sueño, me sería imposible hallarlo, mientras me quede en la cabeza uno de esos bulli- celosos pensamientos; por lo cual se me hace forzoso trasladarlos á este papel para recreo tuyo y descanso mío. Aquí tienesexplicado de paso, el verdadero mo- tivode ponerme á escribir tan á deshora, y quiero que lo sepas, para que no me agradezcas la mala no- che que voy á pasar, redactando esta carta. Ya te he dicho queen los libros santos se da el nombre de Viña del Señor al alma devota, lo mismo que al pueblo escogido; mas para nuestro propósito conviene que consideremos á nuestra Religión como viña plantada por Jesucristo; á nuestro monasterio como bancal ó departamento de esa viña hermosa; y á nosotros como plantas en él criadas y cultivadas. De ellas, como de la casa de Israel, habló el Profetá Isaías, cuando dijo, refiriéndose al Salvador: «Tuvo mi amado una viña en un collado muy fértil, y la cercó con fuerte valladar». Viñas de Cristo son sin duda alguna todas las Ordenes religiosas, y viñas plantadas por El en terreno pingúe y abundante. Una vez plantadas las rodeó de vallados para defen- derlas de los asaltos del ganado campestre y del paso de los caminantes; y estas cercas son, nosolamente las

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