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yo Ñ Ñ Mas no, Dios mío, no! perdóname esta exaltación momentánea, que no puedo detener mis impulsos cuando contemplo la hermosa patria mía. ¡( )Jh! cuán- to anhelo el poderla gozar! Pero si tú, Dios mio, me quieres aun peregrina en la tierra, tuya soy: y siendo tuya ¿qué he de querer yo,sino lo que tú quieres? Te agrada verme aquí, peregrinando en la t lerra? ¿Te gus- ta oirme suspirar por unirme á tí, Dios mío? ¡Pues á peregrinar, alma mía, por este dest ierro que se llama mundo, sin tregua ni descanso! A navegar, alma mía, por ese golfo encrespado de la vida humana noche y día. Pero dirígeme tú, Dios de mi corazón, para que mi alma cual ligera navecilla se deslize serena sobre sus bravas olas. Dirígeme tú por la estrecha senda que ha de conducirme á tí; en ella sé que hay abrojos y espinas... y es preciso hollarlos... ¡los hollaré con mis plantas! mas cuando el dolor llegue 4 mi corazón y arranque lágrimas á mis OJOS, haciéndome vacilar ¡oh Dios mio! entonces haya en tu corazón divino una cota de consuelo para el corazón de tu sierva. Hl | Mr E $e ml A _———
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