BCCPAM000535-2-23000000000000
29 A su tiempo venía todos los años á buscar higos, nunca los encontraba. Cansado ya de esperar tanto tiempo, dijo un día al viñador: Tres años hace que vengo á coger el fruto de este árbol, y todavía no lo ha echado. ¡Córtalo, pues! ¿Para qué ha de ocupar el terreno en balde?—Señor, dé contestó el criado, de- jadla otra año; yo la cultivaré bien, le echaré estiér- col alrededor del tronco, y si el año que viene no da frutos, entonces la cortaremos.» ¿Quién no ve aquí la imagen del alma religiosa? ¿Y quién sabe, Sor Margarita, si el Señor está ya cansado de venirá buscar frutos en nuestras almas, y nunca los encuen- tra? ¿Cuántas veces habrá venido á nuestros pechos en la comunión, buscando frutos de virtud, y no los habrá hallado? ¿Cuántas veces habrá venido á nues- tros corazones, buscando frutos de santidad, y se habrá vuelto con las manos vacías? ¿Y quién sabe si por esto habrá determinado ya castigarnos como á la higuera del Evangelio? ¡Nó, Jesús de mi alma! no nos castigues con tua abandono; riéganos con tu gracia, y estos árboles marchitos florecerán y producirán la abundante cosecha que tú nos exiges. Sí, Dios exige de nosotros frutos de amor, frutos de obediencia, fru- tos de humildad, frutos de las virtudes todas. Dios no se contenta con las palabras ni con los deseos; no se paga de exterioridades y apariencias. Cubierta esta- ba de verdor y lozanía la higuera del Evangelio, y Él la maldijo, porque no daba frutos. Procuremos, pues, en adelante lleyar frutos de justicia y santifi- cación, si no queremos que Dios nos castigue. Los frutos que más le agradan son los del amor y los del buen ejemp lo: s] hasta ahora los hemos dado, re pose- mos tranquilos y procuremos darlos siempre; pero si en vez de dar frutos de amor divino, hemos im pe- dido que los den otros; si en vez de edificar al pró- jimo lo hemos desedificado, entonces ¡temamos! que no sabemos lo que será de nosotros, si no viene pronto la enmienda y la reparación.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz