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19 res y más esplendorosas. Cuando aquí oigo ponderar los adelantos del siglo, las maravillas del arte, ó los encantos de las que fueron mis compañeras, me río; y río, porque al través de esos encantos, maravillas progresos, vislumbro vanidades, montones de rui- nas, sepulcros, muerte y olvido. ¡Huid de aquí, seducciones del mundo! ¡Atrás! ya- nidades de la vida! que mi amada soledad no os per- tenece. ¡Atras! ¡Atras!! ¡ Os conjuro á que huyáis de aquí y no turbéis mi dulce re poso! En mi soledad reina la paz verdadera, y fuera de aquí no he visto más que la agitación, el afan, las congojas, la mali- cia, la arrogancia, la zozobra, el orgullo, la deses- o ión, el egoismo, el odio y la luc ha, destrozando las almas nacidas para la paz. Fuera de aquí, todo lo turba la maldita sed del oro, y saciada ésta, la sed de placeres; y en pos de ésta la de mando y dominio con sus violencias é injusticias. Bendita sea mil veces la mano bienhechora que puso muro de división entre el mundo y mi.soledad, entre el siglo agitado y mi tranquila clausura. ¿Y qué mano escribió en ella sentencias tan admi- rables? Médico de las almas debía ser el que entre- sacó de los libros santos los versículos que adornan mi morada, porque en, ellos he hallado mil veces el alivio de mis males interiores, y han ofrecido ancho campo á las reflexiones de mi espíritu. ¡Oh cómo hablan al corazón! En los dormitorios dice: Dormiré y descansaré en la paz del mismo Dios. El buen descanso sale de la buena conciencia. Ya velemos ya durmamos delante de Dios es- tamos. El hijo del hombre no tuvo dónde reclinar su ca- beza. Lavaré mi lecho con mis lágrimas, y con ellas re- garé la almohada en que me reclino. En los corredores y claustros se leen éstas: ¡Oh dichosa soledad! ¡oh sola felicidad! Bienaven- 4 WED rr 07 GAZA URETA Gt ERLZAITARS RMA RAE

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