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XI MI CELDA or qué me mandará la santa obediencia des- 9 Cribir lo indescriptible? ¿Qué materia de des- £5 8 cripción puede ofrecer la celda de una pobre capuchina? A qué hablar de mi estrecha y deliciosa morada? Si ella es mansión del silencio y de la paz, ¿á qué turbar su paz y silencio, hablando de ella? Pero la obediencia manda, y no hay remedio; ¡la describiré! Mi celda es un cuadrito de dos metros por lado, con una puerta'sin llave y una estrecha ventana que da al patio interior. Por todo ajuar hay en ella una tarima con su manta, un crucifijo en la cabecera, dos estampas en la pared, un pedazo de corcho en el sue- lo y un clavo para colgar en él la cuerda, la toca ó el velo. Estas piezas son mis galas; el corcho mi asiento, las estampas imágenes de mis dos santos mas queridos, la tarima mi lecho regalado, y el crucifijo mi Esposo. Con El vivo siempre, hablándole continuamente, pidiéndole gracias y misericordias para los que su- fren en esta vida, ó expian sus culpas en la otra. El me dá aquí las horas más tranquilas que ha conocido mi existencia, y los días más hermosos que he tenido en mi vida.
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