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enseñarte la humildad, para que tú ames bajos y humildes..... Al segundo nocturno, lo miro en el Cenáculo, sen- tado á la mesa, rodeado de sus Apóstoles, despidiendo su Divino rostro rayos de infinita luz; y tomando el pan eleva al cielo sus hermosos ojos, lo consagra en sus manos, y despuésse lo dá ásus Apóstoles, pronun- ciando aquellas palabras: tomad y comed; este es mi cuerpo, el cual será entregado por vosotros. Pienso que en mi mismo coro, sucede este prodigio, y no pudiendo contenerme, mi alma se acerca á su Dios y le dice: ¿Qué es esto, Jesús mio? ¿Tan bien te han tratado los hombres? ¿No vas á ser preso dentro de poco? ¡9ú es cierto; (me contesta) pero, te amo tanto! que no puedo separarme de ti; instituyo este Sacramento, para que tú me recibas en tu pecho; para que me visites, para que me desagravies, y para que no ames sobre la tierra, otra cosa que este miste- rio de amor... Al tercer nocturno, le veo salir del Cenáculo segui- do de sus discípulos y dirigirse al huerto de las Oli- vas, donde les dice: Velad y orad, para que no entréis en tentación: y veo después á la vida mía arrodillarse y dejar caer su hermosa frente sobre el suelo, escla- mando: Padre, si posible es, pase de mi este caliz: pe- ro nose haga mi voluntad, sino la tuya. Y penetro después en aquel Corazón del cual se apodera la mas profunda tristeza; y paréceme escuchar los gemidos que se escapan de su pecho; y perseverando una hora en oración, le ve mi alma dirigirse á sus discípulos, buscando quien le consuele; pero los halla dormidos y les dá esta amorosa queja. ¿Es posibleque tan poco amor os deba? ¿Ni una sola hora habéis podido velar conmigo? velad y orad para que no entréis en tenta- ción. El se vuelve á su oración, donde vé en toda su espantosa fealdad las iniquidades de los hombres, (y entre ellas las mías), toda lainmensidad de los tor-

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