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A A eS Ye Ye RATA D ES 579 A VII DE CÓMO ME LEVANTÉ VIS Y, VERE MS. . q> ¿UY aia estaba en el abismo de la tibieza, y desde 23973 el profundo clamaba á tí, ¡Dios mío! pidiéndote % salir de él. Como oveja perdida, despeñada en un barranco y enredada entre las zarzas, asi estaba mi alma, sin poderse valer, expuesta á ser víctima del lobo. ¿Quién había de decirme que tú mandarías para sacarme de tal estado al zagal, cuyos cánticos de amor divino eran las delicias de lejanos valles? Nunca el viento me había traido el eco de su voz, á causa de la distancia; pero sí había leido sus cantares al Angel de la Pureza y al Dios de la Eucaristía; y tú me lo enviaste, y me hiciste oir su voz, y me lo. diste por guía y por hermiano, por Padre y por amigo. Alma que te ves como yo me ví; si deseas salir de tan triste estado, pide al Señor un guía fiel, que quien lo halla, halla un tesoro escondido; y cuando lo hubieres hallado, escúchalo como enseña San Francisco de Sales; esto es, «como á un angel bajado del cielo, para guiarte á él. Has de tratar con él con abierto corazón, con toda sinceridad y fidelidad, manifestándole claramente tu bien y tu mal sin fantasía ni disimulación; y por este medio ta bien pa e

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