BCCPAM000535-2-23000000000000
14 oye el gemido de la tórtola, arrullando en el bosque: Levántate, pues, amiga mía, y ven; salgamos al campo y moremos en el yalle misterioso del Paraíso. » Y á esta voz se desvanecieron aquellas sombras, aquellas nubes que oscurecían el horizonte de mi alma, y apareció para mí el claro día, el dorado sol. A la furiosa tempestad había sucedido la más deli- ciosa bonanza, y mi alegría no tenía límites, como no lo habían tenido mis penas; porque Él había hablado á mi alma con ese lenguaje misterioso y me había dicho, que muy pronto iba á ser suya para siempre, dándole al mundo mi último adiós y realizando asi, todos mis ensueños de felicidad. ¿Qué más podía am- bicionar? ¿qué más podía apetecer? A las lágrimas, que por tanto tiempo habían surcado mis mejillas, sucedió la sonrisa en los labios, la calma y alegría en el corazón; y alegre cantaba mis amores, como canta el pájaro en primavera, contemplando su nido.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz