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Estas son perjudiciales donde la prudencia falta; es cierto faltará, cuando por gusto propio se hagan. Sólo á Dios y al director les correspande inspirarlas; lo que sin estos hicieres, tenlo por acción frustrada. Haz las cosas á su tiempo, cuándo y cómo se te mandan, sin desidia y sin pereza, tampoco precipitada. En hacer las cosas bien has de poner tu eficacia; el modo tal vez conduce, no menos que la substancia. Recógete en tu interior con frecuencia, y encerrada | el gran negocio del alma. Ñ trata con tu Dios allí Esto lo puedes hacer en cualquiera circunstancia, mientras rezas, mientras comes, enferma, ó estando sana, No dejes al pensamiento que se ocupe en musarañas; recógelo en tu interior, y hazle que de allí no salga. Si haces esto, á Dios tendrás entronizado en tu alma; será tu amparo en la tierra y tu premio allá en la Patria.» ¡Adiós, buena Margarita, se acabaron nuestras cartas! ¡y pido á Dios que te sirvan para hacerte una gran santa! Fr. A. | A ño ao da , Y

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