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$ a a o l ix ! E 1 328 alcanzado á otra cosa que á inculcarte las virtudes religiosas, sirviéndome, como has visto, de considera- ciones sencillas y provechosas; y aún esas las he fun- dado siempre en palabras de la Escritura sagrada 6 en sentencias de los santos padres y maestros de la vida religiosa. Otros autores se jactan (no sési con verdad ó con mentira) de que sus escritos son todos de propia co- secha, fruto de sus estudios é investigaciones; yo, por el contrario, me jacto de que los míos, aunque fruto también de mis estudios, son bebidos en pn- rísimas fuentes y espigados en el campo fertilísimo de los padres y doctores de la Iglesia. No soy por desgracia segador del rico Booz, labrador de cose- chas abundantes; soy más bien, cual la pobre Rut, que por no tener heredades ni caudal propio, anda- ba tras los segadores, recogiendo espigas con que so- correr su pobreza y la agena. Booz fué en esto figu- ra de Jesucristo: su campo simbolizó la doctrina evangélica: los segadores de este campo son los Pa- dres, Doctores y Maestros; y las espigas, sus senten- cias admirables, con las cuales hemos procurado aquí hacer pan celestial que sirva de alimento para nuestras almas, Por este motivo, á la objeción que me haces, di- ciendo queen mi anterior exijo demasiada perfec- ción á las Preladas y que en general trato con rigor á las monjas y les pido mucha virtud y santidad, contesto que no soy yoquien lo exije, sino los san- tos y autores que han tratado de esas cosas y á los cuales he consultado antes de escribir, deseoso siem- pre de acertar á decir lo que fuera más conducente á la gloria de Dios, y más provechoso al bien de las almas á El consagradas en los claustros religiosos. (1) (1) Además de los santos y autores nombrados ó citados en este libro se ha tenido presente para escribirlo la doctrina de El Perfecto Religioso, Los Pincipios fundamentales de la vida Religiosa, y El Epistolario de Fr. Juan de la Madre de Dios.

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