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321 cogidasen sus casas sin meterse con nadie de fuera: y dicho está que la religiosa que de sí misma forma teórica ú prácticamente este concepto es flor sin aro- ma, árbol sin fruto, cosa muy triste y lastimosa en el jardín de la Iglesia Santa. Es tan grande el beneficio que Dios hace á una criatura llamándola al alto estado de la vida religio- sa; es tan soberana la merced que la dispensa, entre- sacándola del mundo para que le sirva en santidad y justicia todos los días de su vida, que necesaria- nde ha de disgustar á Dios verse mal correspon- dido de la que tanto honró y ensalzó. Por eso es un dolor que se contente con ser buena cristiana ó una mujer de bien la que está llamada á ser una santa, una víctima continuamente sacrificada en aras del amor divino, una verdadera crucificada, por ser es- posa de un Dios Crucificado. Esta es la razón que siempre me ha movido á tener por cosa necesaria, y por empresa digna de varones apostólicos y celosos de la gloria de Dios trabajar con ardor en la reforma y perfeccionamiento de las reli- giosas; y en mis pobres oraciones he pedido al Señor que derrame sobre ellas su espír itu y las envíe algún santo que con su predicación ó sus escritos renueve el espíritu y remedie tanto decaimiento y relajación, como ha venido sobre algunas comunidades, por la calamidad de los tiempos que hemos atravesado. Para contribuir á ese remedio con mis pobres fuerzas y mis escasos talentos, he aprovechado los ratos libres de mi atareada vida, dedicándolos á com- poner estas cartas, pláticas ó conferencias que con- tigo he sostenido por escrito. Bien sé que las mate- rias en ellas tratadas requieren más espíritu y erudición, más ciencia y virtud de la que yo tengo, si es que tengo alguna; pero el que hace lo que pue- de y da lo que tiene, no está obligado á más; y tanto merece el que con dos talentos gana otros dos, como el quecon diez ganó otros tantos. Mis talentos no han 22
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