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322 Prelada: ser alabada de sus hijas y de su esposo Cristo, no sólo en la otra vida, sino también en ésta, que cuando las súbditas tienen una Madre prudente, caritativa, celosa, perfecta y santa, no se pueden ir á la mano sin echarle mil bendiciones, publicar sus virtudes y predicar sus excelencias: y con este premio la estimula el Señor á que trabaje en el cum- plimiento de su deber, animándola con la recompensa de ver á su comunidad contenta y aprovechada, de tal modo que todos cuantos la vean tengan por dichosas á las súbditas que tienen tal Prelada; y por bien- aventuradaá la Prelada que tiene tales súbditas. Sí, dichosas súbditas, y Prelada dichosísima la que ve su comunidad adornada de virtudes, llena de fervo- res, puntual en la observancia y respirando morti- ficación y amor de Dios por todas partes! y es dichosísima, porque el esposo divino se levantará para bendecirla y glorificarla. Y qué alabanza es esa que Jesucristo da á la buena Prelada? Oyela, Margarita mía, y procura merecerla. Multe filiw con- yregaverunt divitias, tu supergressa est universas. Muchas hijas tuyas acumularon riquezas; pero tú superas, aventajas y sobrepujas á todas. Por aquí se echa de ver cuán grande es la dife- rencia que hay entre la virtud de una religiosa par- ticular y la de una superiora, porque aquélla solo tiene que atender á su aprovechamiento particular, á sus necesidades espirituales, á su propia santifi- cación, que lo demás no corre por su cuenta; pero ¿sta tiene que cuidar de la santificación de todas, del bien común, del aprovechamiento universal, de las necesidades de todas sus hijas en lo que toca al alma y en lo que pertenece al cuerpo, y por esto sus me- recimientos no sólo igualan á los de ellas, sino que exceden y sobrepujan al de todas. Mucho es por cier- to lo que merece y gana una súbdita obediente y fiel, ocupándose. en lo que le ordenan; muchos mereci- mientos y virtudes amontona al cabo del día; pero

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