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321 tales frases en boca de los Prelados suelen sanar los males interiores de los súbditos, endulzar las amar- guras de su alma y ser para ellos panal que alumbre con su cera y dulcifique con su miel. Ten, pues, Mar- garita, afabilidad y prudencia en las palabras para persuadir y reprender: no añadas carga sobre carga: habla siempre al corazón; rebosen tus labios caridad y celo; ten en tu lengua la ley de la clemencia, y habrás adelantado mucho para regir bien; sobre todo, si añades á esto lo que hizo la mujer fuerte que fué considerar las sendas de su casa y no comer el pan ociosa. Consideravit sémitas domus sue et panem otiosa non comedit. En esto ha de poner la Prelada un estudio parti- cular, en considerar las entradas y salidas de su casa, el adelanto ó atraso de sus hijas, sus caracteres é in- clinaciones, lo interior y lo exterior, lo que hay en ellas de bueno y de malo, sus aficiones y repugnan- cias, sus virtudes y defectos, sus ejercitios y ocupa- ciones, mirando cómo va la observancia regular, cómo se cumplen los votos, cómo anda el espíritu de oración, recogimiento y silencio, el rezo, los ayunos y demás prácticas de la vida religiosa. La. buena Prelada debe mirar y remirar lo que pasa en su con- vento, lo que entra, lo que sale, lo quese habla, lo que se come, lo que hay en las oficinas, lo que tiene cada religiosa en su celda ó en su arquilla, lo que hacen las oficialas y las que no lo son; y como de todas tiene que dar cuenta al Señor, á todas las vigi- la para que ninguna esté ociosa. Y cuando ella va delante con el ejemplo, y es la primera en la ora- ción y en el trabajo, entonces no sólo no hay quien la murmure ni critique por su vigilancia, sino que por el contrario, se levantan sus hijas y la llenan de bendiciones, su esposo, y la colma de alabanzas. Surrexerunt filii ejuset beatissimam predicaverunt: vir ejus et laudavit eam. Este es el premio que Dios promete á la buena
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