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315 aquí á las tribulaciones, contratiempos, amarguras y aflicciones con que Dios sabe probar á veces la yir- tud de las religiosas: y cuando esta noche de la tribu- lación viene sobre su Comunidad ó sobre alvuna de sus hijas, entonces es cuando más brilla la antorcha «le la Prelada, mostrándose modelo de fortaleza, y de conformidad con la voluntad divina, animando á unas, consolando á otras, edificando á todas con su prudencia y su virtud. Ha de portarse como vale- rosa capitana, esforzando á su timida hueste con santas exhortaciones, con palabras vivas y eficaces, para que ellas animadas y guiadas por su Madre consigan victoria de todos sus enemigos visibles é invisibles. También es obligación de la buena Prelada, exten- «ler su mano á cosas fuertes, y emplear sus dedos en el trabajo del huso. Manum suam misit ad fortia et digi- ti ejus apprenderunt fusum. La cosa más fuerte y más grande que una criatura puede hacer en esta vida es vencerse á sí misma, negar su propia voluntad y su propio juicio, dar su brazo á torcer, cuando lo puede tener en actitud amenazadora de mando ó de castigo; y de estas cosas tan grandes y tan fuertes tiene muchas veces que echar mano una Prelada, si quiere ser buena y cumplir con $u deber. Tiene que condescender muchas veces con la flaqueza de las súbditas; tiene que esperar la hora oportuna para la corrección y el castigo; tiene que acomodarse al carácter decada una,y esto, sin menoscabo desu auto- ridad, sin quebranto de la obediencia y de la obser- vancia, que deben permanecer siempre en su vigor. Tiene que vencerse á sí misma,y humillar su corazón para que no se levante á mayores, ni ponga la mira en sus preeminencias, regalo y estimación, querien- do tener, quien le sirva, y le cosa la ropa y selo haga todo nuevo y aparatoso. En eso y en todo lo' demás que huela á vanidad, soberbia y señorio debe ella vencerse continuamente, abajándose áser ayudanta
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