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Ps al contrario lotendrá tan abundante, que para poder- lo repartir se habrá de levantar de noche y distribuir la porción más escogida entre sus hijas y la menor entre sus criadas. De nocte surrexit, deditque proedam domesticis suis et cibaria ancillis suis. Lo que Dios da á una Prelada, tanto en el orden espiritual como en elecorporal, no se lo da precisamente para sí, sino e que lo reparta entre los suyos. Los consuelos divinos, los favores celestiales, los deseos de perfec- ción y todejilo demás que sienta ella en su alma, lo debe comuñiicar á las súbditas, á cada una según su capacidad ó necesidad; á ésta más mortificación, á. la otra más silencio, á esa más oración, á aquélla más consejo, sin olvidar á los mismos criados del monaste- rio, cuyo bien espiritual debe también procurar; y lo mismo, debe hacer, en lo temporal con todos, para que Dios sea en todos glorificado. El Espíritu Santo hace un gran elogio de las ocu- paciones de la mujer fuerte, dándonos á entender cuales deben ser las de una Superiora, por estas pala- bras: Consideravit agrum et emit eum: de fructu manwum sitarum plantavit vineam. Miró atentamente un campo y lo compró y con el fruto del trabajo de sus manos plantó una viña. ¿Qué campo es éste que mira y considera con tanta atención la buena Prela- da? No puede ser otro que el vasto y fértil campo de la perfección religiosa. En este pone ella sus ojos, y no pára hasta comprarlo, y poseerlo, aunque le cueste desvelos, y lágrimas, y exhortaciones, y peni- tencias, y desprecios, y ayunos, y persecuciones, y todo género de penalidades. Y cierto que todo lo pue- de dar por bien empleado, si logra apoderarse de él y apropiárselo para sí y para sus hijas, pues con su posesión le vendrán ¡juntamente todos los bienes. Iiste campo lo compra la Prelada á todo trance, no para tenerlo baldío ni convertido en erial; sino para plantar en él una viña con el trabajo de sus* manos. Todoel cuidado de la buena Prelada ha de ser, traba-

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