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309 rata est consilio manuum suarum. Este es el segundo deber de la buena Priora, proveer á sus hijas, no sólo delo necesario al alma, sino también al cuerpo, para que ellas no tengan a cuidarse más que de servir á Dios y « ope la regla. Ay dela Prelada que sabe le hace falta aleo 4 una súbdita, y dice muy fresca: Que se agu ante ó se lo busque ella! Ese es lengus je de demonios; eso y abrir ancha puerta á la relajación es una misma cosa. Y no me digan que no tienen para comprar le lo necesario á las religiosas, porque yo responderé que si no tienen para eso, ¿cómo tie- nen para obras, para colgaduras, para ternos, para flores, para regalar á grandes y á chicos, haciendo mangas y capirotes de las rentas y limosnas de la Comunidad? Si no hay dineros para que á las reli giosas no falte lo necesario, ¿cómo los hay para hace orandes gastos en las fiestas de la Orden, para telas de damasco, para pinturas preciosas y para tantos donecillos como salen cada día por el torno, y la portería? Y cómo hay valor para decir á la otra que se lo busque, poniéndola así en peligro de volver con el corazón al mundo, y de quebrantar el voto de po- breza, y los demás también? Pues, por lo mismo que aquello de que necesita se lo da un pariente ó un de- voto, piensa la religiosa que, pues la Prelada no se lo ha dado, tampoco se lo puede quitar; y así se hace propietaria, llenando su celda de cosas inútiles y vanas. con harto menoscabo de la caridad, de la obe- diencia y de la pobreza. No! eso no lo puede hacer ni consentir ninguna Prelada que quiera cumplir su deber! Ella misma ha de buscar el lino y. lana part vestir sus monjas y trabajar con ellas, y ganarse el sustento con su trabajo, cuando no alcancen las rentas ó las limosnas falten; que si lo hacen así y son fieles observantes de su profesión, seguramente les enviará Dios lo necesario para la. vida. Pero si hay el diabólico prurito de dejar recuerdo de la Prelacía,

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