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RN 308 vechamiento espiritual de sus hijas. Este es su primer deber, procurar que no falte en su Convento el alimento del alma, las oraciones de regla, el silen- cio rigoroso, los ejercicios espirituales, los confesores extraordinarios, las pláticas de costumbre, las obras de piedad, el rezo en el coro y las prácticas de mor- tificación y abnegación cotidiana. Si esto no hace, desmerece la confianza de Dios, y desmereciéndola, no "le confiará sus secretos, el secreto misterioso de gobernar á las demás y llevarlas por el mejor camino. Cuando la Prelada es elegida por Dios. suele éste comunicarle en la oración una luz muy clara para conocer los defectos que se deben corregir y las vir- tudes que se deben practicar, de tal suerte, que pare- ce se le trasluce el interior de las religiosas. Y como en esa oración goza los consuelos divinos y atrae para su Convento las bendiciones y las misericordias de Dios, no necesita mendigar en las criaturas con- suelos para sí, ni visitas, adherencias y relaciones para su Comunidad, porque sabe que en manos de Dios está el corazón de los hombres, y que El los mueve á su antojo, según las necesidades de sus siervas. Y por eso mismo, agradecida al celestial Esposo le devuelve todos los días de su vida, no el mal, sino el bien recibido. Reddet ei bonum el mon malum omnibus dielus vita sur. Quiere decir, que la buena Prelada todos cuantos bienes ha reci- bido de Dios en el orden de la naturaleza y en el de la gracia, en alma y cuerpo, interior y exteriormente, todo se lo devuelva á Dios, empleándolo en su divi- no servicio y en el de la Comunidad. Y advierte el texto que le devuelve lo bueno y no lo malo; porque los males, las penas, las tribulaciones, los trabajos y molestias de su oficio, resérvalos para sí; dándole á Dios la gloria, y quedándose ella con lo que es cruz y padecer. A este primer dgber de perfecta Prelada añade el Espíritu Mito otro: Quesivit lanam et linum et ope-
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