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305 mi alma, que es inhábil para regir. Jamás des tu voto á una monja de esa clase, sino á la que veas más pr udente, más observante de la regla, más pun- tual á los actos de Comunidad, más ale jads 1 de los lo- cutorios y trato con seglares, más amante de la ora- ción y el retiro, que así acertarás en darlo y no ten- drás que arrepentirte de ello en la última hora. Y ten entendido que bajo culpa mortal estás obligada á dar tu voto á la que en conciencia te parezca más á própósito para el cargo. Y si por desgracia alguna vez te eligen para pre- lada, no le agradezcas á tus monjas el honor: que te hacen, pues no te hacen mucho en cargarte con una cruz, bajo cuyo peso puedes reventar y sucumbir; No! no te muestres agradecida, sino agraviada, y di- les que te lo pagarán, obligándolas á llevar la cruz de la observancia regular, y no concediendo á nin- guna lo que no sea del todo lícito ó necesario; y con esto cerrarás las puertas á muchos abusos. Y una vez elegida procura conservar la autoridad, no con- cediendo lo que una vez hayas negado, ni consintien- do que quede sin cumplir lo que hubieres ordenado: que con esto, con hacer guardar la regla, y con ser rígida para tí y suave para tus súbditas, serás una prelada harto buena, y conseguirás que todas á una trabajen para hacer del Convento un huerto cerrado donde el Esposo divino venga á pasearse y á conso- larse con sus fieles esposas, como él mismo lo dijo á la Bta. Ines de Beniganim. Que El sea siempre conti- go desea tu afectisimo P. A. Fr.

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