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296 Otro de los púntos en que faltaá veces la harmonía y chocan fácilmente Confesor y Prelada es el de las mortificaciones ó austeridades que él permite á la re- ligiosa que dirige. En esto hay Superioras tan exa- geradas, que hasta han prohibido á la súbdita cum- plir la penitencia sacramental, como si su autoridad y jurisdición llegara á tanto. ¿Quién es ella para entremeterse en el foro sacramental? Quién- le ha da- do poder para ello? Yo bien sé que los confesores de- ben ser muy miradosen conceder 6 imponer grandes penitencias; pero sé tambien que las Preladas deben sujetarse y no oponerse á los designios de Dios sobre sus hijas, ni medir el espíritu ó valor de éstas porsu propia flojedad y cobardía. Es muy triste y doloroso lo que alguna vez acon- tece acerca de esta materia: apenas una religiosa da señales de espíritu, y la ven amiga del silencio y aus- teridad evangélica,-la observan, la espian, la persi- guen á todas partes, le registran hasta las almohadas, prueban su comida, averiguan todos sús pasos, y unas por envidia mugeril, porque ven en el fervor de aquella hermana una reprensión muda de la relajación propia,se burlan de ella á más y mejor; y otras por un cariño mal entendido, por temor de que la hermana enferme ó se inutilice, le quitan ó esconden los instru- mentos de mortificación y obligan á la Prelada 4que le prohiba hasta las penitencias de Comunidad.;¡ Oh! ¡Cuán mal obran las que así se portan ! Con esto ale- jan la santidad de los conventos, se oponen á los de- signios de Dios y atraen males y enfermedades sobre las mismas á quienes quitan las penitencias por temor de que enfermen; porque entonces Dios consigue por este camino de las enfermedades, lo que las criaturas no le dejaron conseguir por el de las penitencias. Así lo vemos en muchos santos. A santa María Magdalena de Pazzis le pide Dios el sacrificio de andar descalza; selo aprueba el confesor: la Prelada se opone tenazmente á ello, por temor de »
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