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A aora par 274 mucho á nufistra santificación; pero miradas huma- namente, no traen sino disturbios y rencillas, perdi- ción dealgunas comunidades. ¡ Vengan, pues, enfermedades, dolores, tentaciones, penas, tribulaciones, calumnias, persecuciones y cuantas cruces quiera el Señor enviarnos! ¡Viva la Cruz! ya la mande Dios por sí mismo ó por las cria- turas. ¡Viva la Cruz! venga por medio de las criatu- ras visibles ó invisibles. ¡ Vivala Cruz! ya venga de adentro 6 de afuera, ya delos hombres ó ya de los demonios. Viva la Cruz y viva el padecer, que no hay en el cielo ni en la tierra cosa más estimable que ésta para el verdadero religioso. Tengo para mí que si en los ángeles y Santos del cielo pudiera haber envidia, latendrían ciertamente de los justos que son afligidos y atribulados en esta vida, porque con estas tribula- ciones merecen lo que ellos no pueden merecer. Los que gozan ya con Dios en el cielo deben á Dios aque- llos goces, y son deudores suyos; pero los que por amor de Dios padecen y sufrenacá en la tierra, son á su manera acreedores de Dios, y en cierto modo el Señor se hace deudor de ellos. Pues valiendo tanto el padecer, que hace á Dios deudor nuestro, ¿cómo tiene tan pocos amadores aun entre lás esposas del Orucif- cado? ¿Cómo se huye tanto de la Cruz? No le hagas tú esos desaires, sino ámala con fervor de espiritu, ama las enfermedades, desprecios y humillaciones vengan por donde vinieren; no. te quejes jamás de verte perseguida 6 menospreciada; y sea tu consuelo en soe tribulación aquella sentencia del Apóstol: Lejos de mi gloriarme en otra cosa que en la Cruz de mi Señor Jesucristo. ¡Oh qué gran bien nos hace el Señor cuando nos envía tribulaciones! en eso muestra querernos bien, y es la mayor y más señalada prueba de cariño que nos puede dar, lá prenda más segura y cierta de que somos sus amigos, pues porque lo somos nos prueba y regala para que hagamos asiento en la
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