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273 Dios se vale de instrumentos para haceriisu obra, co- mo se vale el escultor de los suyos para labrar la ma- dera; pero el artífice verdadero es él y no la barrena que taladra ni la gubia que roe; y si esos instrumen- tos se inutilizan, él los tira á la basura y se vale de otros para proseguir su obra; quiero decir, que si las criaturas escogidas por Dios para instrumentos de tu santificación, ofenden á su divina Majestad, por- que ponen de su parte la mala voluntad y el pecado que Dios aborrece, El las castigará según la culpa que cometan, y á tí te dará el premio de tus sufri- mientos. Quiero que vivas muy persuadida de esta verdad, porque sin ella perderás el fruto de tus trabajos, y así me voy á servir de una comparación bien senc illa. Supongamos que estás enferma y que el médico te manda una medicina amarga y un par de cáusticos, los cuales te propina la enfermera en cumplimiento de su deber: dime¿á quién atribuirás tú esa medici- na, á ella 04 é1? ¿Quién te la manda, la enfermera 6 el médico? Pues supongamos que la enfermera no te puede ver, y por lo mismo se alegra de tus males y llena más el vaso de bebida, y carga más el sinapismo por verte sufrir; pero con tan feliz resultado, que por haberte tratado con crueldad te has puesto más pron- to buena: dime, ¿no se lo debías agradecer ? Es verdad que ella ofendió á Dios é hizo mal en alegrarse de tu dolencia y en hacerte sufrir; Dios detesta su falta yla castigará, pero Dios quería tu salud y la consiguió por ese medio. Ella pudo contribuir muy bien á tu salud por caridad y no por aversión, como lo hizo; culpa suya fué portarse así, pero culpa que redundó en tu provecho, y por lo mismo le debes estar agra- decida. Mira, pues, si tenía razón para decirte que debemos bendecir la lengua que nos maldice, y amar el corazón que nos odia, y volver bien por mal, como Cristo nos aconseja en su evangelio. Miradas las cosas de este modo, dan paz al alma y ayudan

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