BCCPAM000535-2-23000000000000

A A A A O A Pf A > > A aaa ue. o ia Ai € gritando en-alta voz: Esta es la paga que da el rey por los servicios quese le hacen, y así honra á los que él quiere honrar» Y á la verdad, ¿qué mayor premio puede dar un rey por los servicios que se le hacen? ¿Qué galardón mayor que ponerle sus vesti- duras, darle su cetro y ceñirle su corona? ¿Y cuál es la corona, cuál es el cetro y cuál es el traje de nuestro Rey celestial, sino la cruz, las afrentas y los dolores? Luego á quien Cristo dé parte de su cruz, de sus tormentos, de sus injurias y de su pa- sión toda entera, á ese le hace la mayor honra que le puede hacer en el mundo. ¡Oh, si entendiéramos bien esta verdad!¡Oh, si miráramos la honra que Dios nos hace cuando nos envía males y tribulacio- nes! ¡Cuánta paz tendríamos y qué bien recibiría- mos todas las penalidades de la vida! ¡Cómo bende- ciríamos la mano que nos hiere, y la lengua que nos maldice, y el corazón que nos aborrece, y la cabeza que maquina el modo de hacernos mal! Bien sé que nuestro amor propio, y el demonio para engañarnos, hacen esta objeción: Si los trabajos me vinieran de la mano de Dios, yo los recibiría de buena gana; pero no vienen de Dios, sino de fulana, que me quiere mal; ó de la otra que me tiene envidia; ó de aquella, que no me puede ver y me persigue. Dios te libre, Margarita mía, de discurrir así, porque entonces vas perdida, y no sacarás provecho, sino daño, de las cruces que Dios te envía. Bien puede ser que aquella te quiera mal y la otra te persiga, y que con eso peque; pero esto no es cuenta tuya, que ella la dará á Dios, y muy estrecha; lo que tú de- bes pensar es que, aunque Dios aborrezca el pecado: que ellas cometen, quiere, sin embargo, los efectos de ese pecado; esto es, las humillaciones, penas y tribu- laciones que te hacen sufrir. Y no pienses que este es un simple parecer mío, que no es sino una verdad de fe contenida en la Sagrada Escritura. Non est malum in civitate quod non fécerit Dominus. Es verdad que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz