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a a | | Pos Í | 1] ! I 268 y cree que Jesús navega, aunque dormido, en la nave de tu alma; y naveen la que El navega no puede perecer ni naufragar, por más combatida que esté de los enfurecidos mares. Otra de las cosas dignas de atención que hay en ese pasaje, es la pregunta algún tanto irreverente con que los discípulos se quejaron desu Maestro. «Señor, ¿no se te da nada que perezcamos? Estaban los. pobrecillos luchando con la tormenta, les faltaban las fuerzas, se veían naufragar, y esto les obligó á decir una expresión que en otras circunstancias nor- males hubiera sido poco respetuosa. Tal vez tú tam- bién al sentir levantarse contra ti las furias del aver- no, al verte arder en el fuego de la ira Ó de otras pasiones, exasperada interiormente y llena de irrita- bilidad, prorumpirás en amargas quejas contra Dios, ereyéndote abandonada. Estas quejas queen otra ocasión seyían pecaminosas, en esa no lo serán con tal que, á imitación de los discípulos, las dirijas al Sal- vador humildemente, diciendo: «sálvame, Señor, que perezco!» Y aquí es mucho de notar qne Jesucristo se levan- ta de seguida y reprende á sus discípulos; pero no los reprende porque le han despertado; no porque se han quejado de El tan amargamente, sino porque no han confiado en su bondad y en su providencia; porque han creído que, durmiendo, no los podía socorrer. Es- ta es á mijuicio la mayor falta y la más fácil de co- meter en ese estado de prueba; las dudas y descon- fianzas injuriosas para Dios. ¡ Ay, Sor Margarita! no vaciles jámás; no dudes nunca de la amorosisima pro- videncia de Nuestro Señor; no le hagas la injuria de creer quete abandona, que no atiende átus plegarias, niescucha los gemidos de tucorazón. Si difiere soco- rrerte, es para tu mayor bien; si permite la lucha, es para que consigas la victoria; si te deja arder en ese fuego, es para más purificar tu alma; y si te permite tantos sufrimientos, es para multiplicar tus méritos y

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