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259 La tercera condición que se le impone al alma que quiere ser paloma de Jesús, es que durante su vida no ha de posarse más que en un árbol, en el árbol desnudo, solitario y espinoso de la cruz. Todos los demás árboles del mundo están vedados para ella, y cuanto más frondosos sean y más follage ostenten, tanto más prohibidos le están. Por eso la religiosa que es mortificada, la que busca en todo su abnega- ción, y sabe dominar sus pasiones, y siempre se yence á sí misma, y ama los Sports ios y humillacio- nes, y en nada busca su querer, sino el de Dios; la que es paciente en las y pa E mirándolo todo como venido de mano del Señor, y no está contenta, si no sufre y se ve posada en el árbol de la cruz; la religiosa que esto hace, tiene consigo una señal cierta de que es paloma de Jesús: pero la religiosa inmortificada, la queen todo se busca á si misma, la que huye de padecer, la que se impacienta en las adversidades, ama al regalo, se deja lleyar de sus caprichos y antojos, y anda buscando su gusto, saliéndose con la suya, y posándose á cada paso en el árbol de su amor propio y de su propia voluntad; ésa dista mucho de ser paloma de Jesús, y por ese camino no lo será jamás; se quedará siempre en la categoría de cuervo, ó de gaviota ó de otro avechucho por el estilo. La cuarta condición que ha de tener la paloma de Jesús es buscar para hacer su nido un lugar solita- rio y retirado, que esté lejos de las miradas de los hombres, y envuelto entre las alegres sombras de dulcísimos misterios; y este lugar solamente lo en- cuentra el alma en el sagrario. Allí es donde la palo- ma de Jesús hace el nido de sus amores, y en él pone su pensamiento, su corazón, su vida, su alma, sus potencias y sentidos, y todo su sér lo concentra en aquel estrecho, pero delicioso recinto. Por eso cuan- do yeo á una reoe que conoce su altísima digni- dad, y cumple con perfección los gloriosos deberes
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