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247 ta que salga la podre que encierra, y mane sangre pura, única manera de sanar. Y aunque algo de es- toque sospecha mi malicia cupiera en el superior; no puede caber jamás en aquel Médico Divino que dirige la cura desde lo alto, y ha tomado á este de aquí abajo por instrumento de mi salud. !Vengan, pues, apretones sobre mi llaga! corte; pinche y que- me por donde quiera la obediencia santa; priveme de lo que me agrada y mándemelo que me repugna, que yo, como buen enfermo, me sujetaré á su régi- men, lo haré todo, y me privaré de todo, según sus prescripciones: pués sé que por ése medio adquiriré salud robusta, esa salud del alma cuya esencia es la santidad, qe tiene por base el sacrificio y por coro- ma el amor divinó con sus consuelos inefables» Estas sólidas reflexiones son medicina segura para todos los juicios quese ofrezcan contra la obe diencia; pero no es esto todo, porque así como en las enfer- medades corporales la curación depende tanto de la disposición del enfermo como de la práctica y des- treza del médico; así también en lasenfermedades y miserias de que vamos tratando, la curación radical no depende sólo del que obedece, sino también de quien manda. Buena es y mucho vale la disposición de ánimo en el súbdito: y si la tiene tal como indi- can las reflexiones que acabo de hacerte, será sin du- da buen obediente y cometerá pocos defectos contra su voto; pero no depende todo de él, y si tuviera un superior experto que le ayudara, llegaría á la cum- bre de la perfección en esa virtud de la obediencia. Nuestra voluntad, por causa de la enfermedad de que te vengo hablando, es naturalmente rebelde, in- dómita, tiesa y poco flexible, como cuero sin curtir ni sobar; y por eso le repugna la sujeción, la obedien- cia y la sumisión á todo lo que no sea según su ca- pricho y querer; y esa inflexibilidad, esa tensión y esa dureza no se ablanda ni se doma más que á fuer- za de abnégación, á fuerza de violencia, según el 17
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