BCCPAM000535-2-23000000000000
241 la única que puede ocupar dignamente la prelacía y llevar adelante el buen nombre de la comunidad. Dios te libre, querida Margar ita, de ser ídolo de na- die, ni de tener á ninguna ese apego de que te voy hablando. Dios te libre de ver en tu prelada á la mu- jer y no á la representante de la autoridad divina, porqué de lo contrario tendrías abierta la puerta y expedito el camino para faltar á la santa obediencia. Mujer por mujer, tanto lo eres tú como la prelada, y hasta puedes ser más mujer, quiero decir, más alta y más dispuesta que ella; y esto no te moverá á obede- cer, sino á replicar en lo que no te guste. Además, si la miras como mujer, te ocurrirá que como tal puede tener sus defectos, sus aficiones y sus miras particulares, sobre tedo, cuando te ordene algo contrario á tu amor propio, que entonces te vendrán á porrillo las razones y réplicas contra lo mandado, y nuncase rendirá tu entendimiento á ello, porque á razones humanas no se rinde fácilmen- te la soberbia razón de los mortales. Mas si quitas los ojos de eso para ponerlos en lo que representa; si miras que en ella reside la autoridad de Dios; si la tomas como medio de que Jesucristo quiere valerse para manifestarte sa voluntad soberana; y si piensas que es el mismo Dios quien te habla por su bocas entonces caen por tierra todas las razones humanas, se rinde con docilidad el juicio, se practica con fa- cilidad la obediencia, y se cierra la puerta á la des- obediencia y rebeldía. Este mirará Dios en la persona del Superior, es un medio muy poderoso para obede- cer con perfección, y como tal aconsejado de los santos, desde que el Apóstol San Pablo lo dió á Jos de Efeso en las palabras que puse al frente de ésta: Obedeced... con simplicidad de corazón, como obede- ceriais á Cristo. Hay religiosas que dicen con mucha frecuencia: Aquí no hemos venido más que á obedecer y cumplir en todo la voluritad de Dios! y así lo hacen ellas, cn A E re
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz