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11 tas paredes, de cuántos peligros me libráis! ¡Oh Dios mío! ¡cuántos favores me has hecho sin merecerlos! ¡Bendito seas eternamente! ¡Bendito seas! Este cántico de gratitud deben repetirlo muchas veces al día los labios del religioso agradecido; que él forme tus delicias en el retiro de tu convento es lo que desea tu afectísimo P. Fr. Ambrosro.

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